Éramos pendejos, con algo de experiencia cada uno, y mucho por descubrir entre ambos.
Las miradas en la oficina eran iniciadoras de lo que podía ser, de todo lo que nos iba a pasar juntos, los encuentros en la máquina de café, las veces sentados lado a lado en la cafetería, rozándonos las manos, haciendo que hasta el último cabello se pusiera a temblar.
La situación no dio para más, una noche, como un ángel lleno de sexualidad, lo dejé entrar en mi departamento……y dentro mío.
Los besos eran feroces, comía de mi boca y yo de la de él, el movimiento de nuestros cuerpos era pura sincronía……y sus palabras, eran música para mí.
Como si fuera una pantera en celo, al momento de acabar, quise gritar, pero lo ahogué, nadie sabe porqué.
Cuando todo terminó, terminó para no volver a estar juntos nunca más, la conexión encontrada en nuestras palabras y miradas, no logró llegar a nuestra cama, el capítulo se cerró…
pero el libro, recién comienza a escribirse…….
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